jueves, 31 de diciembre de 2009

Coincide...


... coincide que tengo la oportunidad de escribir y el fin de año. Escasas horas, para ser exactos.


A mucha gente le entra la nostalgia y la melancolía y los recuerdos por estas épocas. Época de reflexión dirían algunos -los creyentes sobre todo, los hombres y mujeres de buena y harta fé-.


A mí sin embargo, me basta cualquier motivo para sentarme a poner en palabras lo que pasa por mi cabeza. Suelo ir a contraflujo, en el contrasentido dirían los de vialidad. No me gusta ser uno más, jamás me gustó ser uno más (creo que a nadie) y sin embargo, la vida, el destino, Dios, y sobre todo las decisiones que uno toma o decide no tomar, le enseñan nos enseñan que a veces tenemos que ir a donde va la corriente, y dejarnos llevar. Estar flojitos y cooperando, pues al final de cuentas, por algo suceden las cosas.


En ese ser diferente a todos los demás doy regalos cuando menos se lo esperan, con las envolturas que no pensaron. Escribo una carta a la antigua (con papel y bolígrafo) y comparto lo que las personas significan para mí. Regalo una flor o un caramelo. Tomo fotos desde otras perspectivas, juego con los escenarios y las luces. Camino por donde los demás no van (o al menos no la mayoría), entro al café y restaurant que los otros miran con desprecio. Tomo el rumbo menos seguro y hasta ahora he encontrado buenas cosas. Muchas veces también me he caído del auto en que voy, he vivido la angustia cancerígena en mi familia, he suspirado, he llorado, he perdido dinero, he sufrido golpes y hasta hipertensiones cardíacas. He viajado, he estado en ciudades ajenas, he conocido gente y he amado también.


Hoy, un taxista, desconocido para mí - y miren que en Cortazar nos conocemos casi todos así como nuestros secretos y escondrijos- me dijo cuando descendía del automóvil para ir a trabajar: Que tenga un buen año, que se le cumpla lo que espera... siempre y cuando se lo merezca. Jo, sí... la vida a veces es de merecimientos. A veces uno tiene que chambearle, talacharle, ponerse el overol y ensuciarse. Otras veces, el trabajo es más intelectual, más oficinezco, más de servicios, más de sentarse a reflexionar y al final de todo, las cosas ocurrirán, pasarán en base a lo que uno hizo o dejo de hacer. Cuando se toma una decisión, se desecha una oportunidad diría Galaviz.


La probabilidad estadística, dice Sheldon, muchas veces se confunde con las coincidencias. Nada sucede por acaso, dicen. Como sea, yo creo que lo que ocurre hoy viene a razón de mi pasado. No en un sentido determinista sino continuista, es una continuidad. Como los verbos transitivos: como cuando uno dice... pasa el tiempo y me doy cuenta que me he estado haciendo pendejo. Me estoy fumando un cigarro, voy viviendo la vida, estoy caminando a tu lado.


Claro que siempre es mejor estar caminando al lado de alguien que te quiere, que te ama, que te piensa, que te sueña y que te acompaña y apoya. "Tenías que ser así y no de otra forma; tu familia es así". Tal vez esa sea la razón por la que la gente buena suele caminar conmigo, o cuando menos mostrar su lado bueno.


A mis veinticinco años he caminado con políticos, psicólogos, maestros, gobernantes, mecánicos, djs, tenders, meseros, sacerdotes, comunicólogos, futbolistas, periodistas, cocineros, chefs, hojalateros, empleados, informáticos, químicos, administradores y servidores públicos, así como todas sus presentaciones en femeninas. Y de todos he tenido cosas buenas en su mayoría. Alguno que otro hijo o hija de puta que me han venido a enseñar y me han hecho dudar pero al final quedo con la conciencia tranquila.


La vida nos cobra factura. Y también, cuando enmendamos nuestros actos hay efectos.


A últimas fechas el insomnio me llega a eso de las tres o cuatro de la mañana y me pregunto qué será de mí. Despierto y quiero un cigarro, un abrazo o un te quiero. En ese momento necesito mi ángel, ése angel que me asignaron cuando niño y lo menos que puedo hacer es abrazar su recuerdo y esperar, que llegue el amanecer.


Sí... hay algo que me está dando miedo y no sé qué es. ¿Será esto lo que llaman madurez? ¿Será que me llega por instantes como la felicidad? ¿Moriré acaso pronto, Señor? ¿Serán las enfermedades que permean mi hogar? ¿O es simple y sencillamente un mal juego de mi inconsciente dominado por mi poco indulgente Super Yo?


He vivido bien este año, me ha costado sangre y llanto, semen y sudor. He sido leal a mis principios y mis ideales, he canjeado algunos nomás que ando confundido, consternado, con un hueco en el pecho, con una especie de angustia. ¿Será la falta? ¿Será la presencia? ¿O será que pienso puras pendejadas?


Fz., en Corta... el 31 de diciembre del 2009.


A menos de cinco horas de empezar un nuevo año.

lunes, 30 de noviembre de 2009

De mis idas y vueltas, de mi proceso dialéctico.


Digo, para que suene bonito, porque decir que la he vuelto a cagar suena un cuanto tanto más escatológico y menos elegante. Suena a que volví a tropezar con la misma piedra. "Benditos los que olvidan aunque tropiecen dos veces con la misma piedra".


Hacía tiempo que no me sentaba a escribir, que no me regalaba la oportunidad de desconectarme del Mensajero para dejar mis ideas en este tipo de papel virtual. Había decidido darme la oportunidad sólo de vivir y gozar y disfrutar y en lugar de leer la historia, escribirla, vivirla: sentir la brisa de la vida en mi cara.


Las circunstancias, en cambio, a veces lo obligan -aunque he de confesar que para mí estas obligaciones son tan placenteras- a escribir para decir que esto es de esta forma o de la otra.


¿Por qué, le preguntaba yo a Miriam, no hay cursos y diplomados para que una mujer de 38 años no le tenga miedo a un doctor?

¿Dónde, digo yo, le enseñan a uno a tomar con medida -me refiero a tomar en sus dos acepciones, tomar como hacer suyo y tomar como beber?

¿Por qué no hay cursos avanzados para adultos que no aprendieron a nadar de pequeños?

¿Dónde le enseñan a uno a no temerle a la muerte y ocuparse por la vida en lugar de preocuparse por algo que es, al final de cuentas, definitivo e irremediable?


Si la vida es ya un lapsus de la muerte y los lapsus dan cuenta de ese Ser que espera revelarse, ¿cuál es el temor por vivir?


"Me gusta la familia. Es una familia muy querida"


"Dios nos ha socorrido con enfermedades"


"No pasa nada, a todos nos ha ocurrido"


"Mentira, tú y yo no llevamos un año juntos. Tú y yo llevamos toda la vida juntos, sólo que nos prestamos con otras personas antes de encontrarnos. Tenían que adiestrarnos, domarnos y sobre todo, enseñarnos a amar, para hoy, poder tú y yo ser felices"


"Conózcanse mi'jo... conózcanse y sean directos. De nada vale una persona sin carácter y que no se muestra como es"


"Las resacas psicológicas suelen ser menos indulgentes que las físicas. Las físicas se quitan tal vez con un alka-seltzer y el amor de la familia. Las psicológicas, uno las recuerda aún después de años de análisis"


"Contigo lo tengo todo, no necesito más"


"A dormir tranquilos, no te preocupes, con una cirugía menor basta"


"Perdido: aparécete"


Somos hipertensos (nuestro corazón late de verdad de forma intensa) y dramáticos, aquí nací, aquí aprendí a amar. Así es la gente de mi pueblo, así son las cosas en esta parte de mi planeta, de mi ombligo, dirían ciertamente. Acá no hay medias tintas. Acá se vive en los suburbios de la misma forma que en las zonas residenciales.


Acá hay, todavía, harto amor en casi todas las familias. Como aquel miércoles en el centro de Celaya, un hombre de mediana edad, ataviado aún con el traje del taller y con los zapatos llenos de aceite tenía suficiente con dos brazos para darles amor a sus tres hijas y aún más, a la mujer. Las cuatro, no cabían en la emoción y se deshacían en caricias y miradas.


El padre, correspondiendo a la petición, les dió los doce pesos para que las hijas, compraran esas tres estampas y las sotearan. La mamá, con otros diez pesos compraba una concha gigante -me refiero al pan, no a la comodidad- para cenar. Y yo pensaba en los altos funcionarios que piensan en el IVA y en el ISR y en el impuesto por ir casi al baño. Ah... es cierto, ahora ya en cualquier sanitario, tanto en las terminales de autobuses, como en las gasolineras... ya incluso cobran por ir a cagar. ¿Y los que la cagan más seguido son más pobres? Ser estreñidos hoy en día, genera ahorro.


Bon Anniversaire!


Fz., con el alma vuelta al cuerpo, saliendo del asombro y recuperándome.

Con el ángel de la guarda.


Ctzr., Noviembre 30, 2009.
P.D. Al final hablé escatológicamente. ¡Carajo!



jueves, 22 de octubre de 2009

Ahora que dejé cosas, momentos, noches...


...y aprendizajes cerca del Auditorio Josefa Ortiz traigo a cuenta un escrito de Benedetti. Este hombre tenía una lucidez y una sensatez tan grata que uno no puede menos que darle la razón cuando lo lee y lo relee. El domingo pensaba yo en aquel velero que algún día se tomó y en el cual recorrimos tantos lugares, descendimos y siempre volvimos a la mar.


Ahora... con un poco menos de emoción pero más experiencia, uno no puede negar el paso y el peso de las huellas.



59. Huellas.


En las huellas de ida los pies se apoyan sin problema, pero en las de vuelta la cosa se complica. Las de ida trazan el camino de los que se fueron, por hambre, por miedo o por las dudas. Las de vuelta dibujan la senda de la nostalgia o del desconsuelo. Las de ida son más hondas, más profundas, resultado de muchas cavilaciones. Las de vuelta son más íntimas, besadas por descalzos, más biográficas.


En unas y otras el denominador común es la esperanza. En las de ida la esperanza son brazos y abrazos, todos de lejos. En las de vuelta la esperanza es que la memoria no haga trampas, que nos espere con los ojos de antes, los brazos de cerca, las calles de siempre, los árboles que no se derrumbaron.


Huellas y huellas, rastros y señales, vestigios y utopías. El mundo está allá y está aquí, los prójimos contiguos y remotos.


Las próximas huellas serán nuevas, fresquitas. A duras penas crearán otro camino y otra forma de ser y de pisar. Loado sea el futuro, si existe. ¿Existirá?


Mario Benedetti, Uruguay.




¿Verdad que sí? A veces los recuerdos nos engañan y a veces el futuro es tan seductor que perdemos el piso. Ay Dn. Mario... ay Dn. Mario.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Mi Inconsciente.


La gente tiene la idea de que cuando uno se desenvuelve en un ambiente "psicológicamente sano" estará necesariamente sano, cuerdo, exento de la locura, de los delirios. La gente piensa que por saber de Psicología, por haber estado en análisis, platicar con eruditos de la Facultad, con leer de psicoanálisis uno sabe siempre la decisión correcta, la adecuada, la mejor.




Es normal que digan "ustedes que saben de Psicología... ¿qué opinan acerca de...?"




Pero la edad no nos exime de hacer pendejadas, a lo sumo, nos ayuda a estar advertidos, a saber, a reconocer. Saber de la vida, o de psicología, o del amor, o de las mujeres (o creer saber, mejor dicho, porque a veces el conocimiento es una cuestión de fé) no nos salva de que el día menos pensado esa persona que amamos nos diga otro nombre, o nos diga adiós -en el mejor de los casos-, otras veces tristemente uno se da cuenta de que el amor se ha ido, que se acabó.




Uno entrega el corazón esperando que sea por siempre y para siempre. Siempre habrá cosas lindas, momentos hermosos, pasión desbordada, respirar y beber amor, cree uno. El amor llega y nos toma, nos hace suyos, y no nos damos cuenta. Es una sensación a flor de piel conocida pero ajena, muchas veces.




Claro que cuando el amor llega invitado por uno es un poco menos agradable, cuando uno forza las cosas, cuando uno se obliga a amar, cuando uno ama por soledad, o por autocompasión. Las cosas forzadas generalmente no salen bien: uno acaba por quitarse el zapato que le aprieta.




A mis veinticinco años hay muchas cosas que aún no entiendo, es más, situaciones que aún no acepto, cosas que niego y deniego. Cuando hago las cosas, generalmente es porque así lo quiero, soy radicaloso, dicen por ahí, me rebelo (quizá habría que revelarse más bien y dejar salir lo que de verdad soy) y cuestiono. Hace ya muchos años que no me gustó "salvarme" como dice Benedetti.




Estas noches, sin embargo, me he dejado llevar por lo que <> me presenta y los resultados han sido gratos. Desde un sueño donde yo salvo un abuelo, hasta abrazos inesperados de la gente que quiero, pasando por una fiesta de rancho con algodones y hot cakes recién hechos hasta la visita de gente que hace tiempo no veo o la camaradería de los recuerdos de esa gente que me conoció cuando seguía yo las reglas casi al pie de la letra, cuando acataba todo y guardaba mis emociones.




A mis veinticinco años tengo claro que me gusta el cigarro, las mujeres, el alcohol, la internet, el amor, las películas, las canciones con letras complicadas, los que tienen tufos de literato, los que juegan a sobrevivir a la muerte. Me gusta la gente que sabe disfrutar de cosas sencillas. Me gusta hablar por teléfono, descargar música y ver fútbol. Me gusta la gente que dice lo que piensa (aunque después se arrepienta o caiga en cuenta que la cagó).




Hay pocas cosas que disfruto tanto como comer, coger, cagar, fumar, beber, caminar y trabajar de mesero. "Yo no voy a ser mesero toda la vida" dicen mis compañeros y yo digo "yo sí podría, me gusta mi trabajo, pero también me gusta escribir y me gusta leer". Me gusta escuchar historias y leer historias: creo que soy bastante chismoso.




Me gusta saber de la gente que quiero y quererles aunque no estén aquí. Me basta con que me tengan en su recuerdo, ahí es precisamente donde yo tomo forma, donde yo tengo razón de ser. Me gusta vivir en el recuerdo de la gente, saber que me piensan aunque haya sido un patán o un idiota: me gusta no ser perfecto.




En el sueño que tuve estaban no sé cuántas generaciones de personas, Beto me sacó de él y por unas cuantas horas... quedé en la pendeja. Por cierto... ¿ya salí de ella o todavía lo estoy?




Olvidaba decir, anoche pasé por el IMSS de Celaya, como hace 17 años. No sé porqué me da por escribir en estas fechas. Quizá sea como dice Pedro Guerra... en octubre lo que pasa.




Fz. contento y radiante, esperando por Lalo, en Querétaro.


Septiembre 30, 2009.


viernes, 11 de septiembre de 2009

Mis cosas, mi casa, mi vida




Hoy desperté con los acalorados reclamos de mi madre hacia mi padre (que está delicado de salud y al cual, nuestro doctor le ha dicho que si quiere vivir un poco más debe cuidarse) porque nunca en la vida ha valorado lo que ella ha hecho por él. Jamás le ha dado gusto.




Particularmente me parece más una manera de decirle "todavía me quedan muchos reclamos por hacerte, no te mueras". La forma y estilo de la gente de estos rumbos es así. Un día hace ya algunos años, un primo que trabaja como trailero se volcó y estuvo en estado comatoso algo así como tres días, al término de los cuales despertó y mirando a su mujer le dijo: Y tú... ¿qué haces acá? Vete a prepararles algo de comer a tus nietos.




Mi madre comentó en aquel momento "ay... los hombres no entienden lo que uno hace por ellos". A mí me pareció que Clemente, que es el nombre de mi primo, no tuvo más palabras para agradecer que hacerlo de esa forma. No supo qué decir, no sabía qué hacer y fue lo pimero que declaró. Sí... no tuvo clemencia, a pesar del nombre, con su esposa.




Los reclamos suelen, sin embargo, ser como los temblores: llegan cuando uno menos se lo espera y te sacuden más de lo que te imaginas.




Cuando uno está más agusto llegan y mueven cosas que uno creía olvidadas, superadas, elaboradas. Siempre nos toma n por sorpresa.




Uno intentó hacer oído sordo a las voces que a lo largo del camino buscaban hacernos volver, reflexionar y los reclamos nos trastocan, nos dejan paralizados. En ese momento uno sólo tiene que aceptarlo; si uno responde con otro reclamo no le está dando lugar a la palabra del otro, está entrando en su locura, me dijeron algún día.




Un poco más entrado el día, quién sabe porqué, como a veces ocurre, aparecen frases continuamente que a uno le hacen ruido: ya bien en la radio, en la vida cotidiana, en los diarios, en los libros o simplemente al ir pasando por la calle. Generalmente en esos días uno se saca de onda, se cuestiona, se pregunta... ¿el universo conspira para mí? La verdad es que no, ni somos tan únicos ni tan irrepetibles, sólo que hay algo ahí, algo del terreno -dirían los que saben- de lo inconsciente. Algo que no pasó por la aduana de la Conciencia y nos trastorna, nos interroga.




Uno tiene que pagar factura de las decisiones que toma y que deja de tomar, he venido diciendo y aunque generalmente me he hecho responsable. Acá comparto algunas frases que he encontrado en estos días, que me han gustado y que me han hecho reflexionar: unas de la calle, otras de cantantes, unas más de escritores, otras de mi familia, otras de la radio. Las comparto porque me parece tienen algo -un poco cuando menos- de verdad.




"Los delirante pasamos al lado d ela muerte y le hacemos un guiño. Nos movemos como si fuéramos eternos, sin tomar precauciones, más o menos sonámbulos, festjando los rayos y los truenos, y mirando a través de la lluvia."




"-¿Por qué piensas en la muerte?


-No sé.


-¿Cómo alguien piensa en la muerte? ¿Para qué?"




"Entonces... ¿en su locura, también se enamoran?"




"Tu cuerpo me dió calor. Tenía frío."




"Yo sé que no soy un buen yerno, que soy casi un beso del infierno... pero un beso al fin, Señora."




"No voy a irme así nomás, por algo aquí me concibieron y fui nacido y caminé descalzo sin herirme, dialogando con el silencio y con el mar y con las nubes, con lluvia y sol tan incesantes y siempre con algún secreto, minúsculo o tremendo pero mío, como una fomra de eludir cierta carcoma inevitable"
"Te dejo con tu vida
tu trabajo
tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres
sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro
te dejo frente al mar
descifrándote sola
sin mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota
te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía
pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono
estaré donde menosl
o esperespor ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos
estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra y mi sombra
estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen
y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojosy mirándote."
Entonces se fue la luz y todo se quedó en silencio. Fueron sólo unos instantes pero fueron suficientes para que la gente hablara entre sí.
Llegó enseguida la electricidad, volvió la música, la televisión y cada quien siguió con su vida normal y sin hablar con el otro.
Fz., en casa de mis padres, el 11 de septiembre del 2009. Sin Torres caídas ni aviones secuestrados (por el momento).
















lunes, 31 de agosto de 2009

De - lirio *


"-A todo se acostumbra uno, menos a no comer...

-Sí, y dicen que la costumbre es más fuerte que el amor."


Somos seres de costumbres.


Nos gusta pasar por aquel parque de la primera vez, caminar bajo la lluvia como aquella noche, dormir siempre en la misma casa, comprar el diario en el mismo kiosko, leer siempre el mismo poema, sintonizar la misma estación de radio, ir por la calle pensando en lo mismo.


Hay quien va todos los domingos por la mañana al mismo café y pide lo mismo de siempre para desayunar, acompañado siempre por lo mismo y de preferencia, atendido por la misma mesera.


Otros van todos los fines de semana, a la misma hora al mismo salón de baile y piden siempre la misma canción.


Hay desconocidos que dejan de ser ajenos por la costumbre de encontrase siempre simultáneos los mismos días y a la misma hora.


Muchos acostumbran tomar un trago por costumbre, o por costumbre prender un cigarrillo.


Unos pocos desadaptados acostumbran estar a solas y pensar en la muerte, o de cuando en cuando escribir sus ensoñaciones matutinas.


Algunos acostumbran enamorarse y amar. Otros acostumbran casarse, muchos acostumbran llorar. Antes todos acostumbraban tener hijos, ahora se ha ido perdiendo la costumbre.



Unas personas acostumbran acudir a tal o cual remedio casero cuando se sienten mal. Otros -creo que pocos de verdad convencidos- acostumbran hablar con Dios. Casi nadie acostumbra hablar con el Diablo.


Dios acostumbra hacer oídos sordos a las súplicas de la gente buena. La gente mala acostumbra tener mejor suerte que la gente buena.


La vida acostumbra pasarnos factura, darnos ticket con el costo de nuestras acciones y uno pocas veces acostumbra dejar propina cuando paga esa factura. Uno suele ser tacaño con uno mismo.


Las costumbres de mis abuelos empiezan a estar cada vez más en desuso y probablemente algún día, yo me acostumbre a contarles a mis hijos -si es que los llego a tener (puesto que ahora se acostumbra tener un "proyecto de vida" generalmente de una forma poco debida)- las costumbres de mis padres.


Hoy en día, uno tiene que acostumbrarse a que todo puede pasar en este mundo: los noticieros acostumbran darle mayor importancia a los políticos o los viajes espaciales que a la gente que no tiene trabajo o a aquellos que padecen la sequía en la sierra queretana. Parece que se acostumbraron a que lo importante es mantener el raiting.


A lo que no me acostumbro yo, he de confesar, es a la idea del adiós. Uno no se acostumbra por ejemplo a la muerte (y pensar que es tan antigua como la vida); uno tendría que estar acostumbrado.


Uno no se acostumbra al sufrimiento: se puede acostumbrar al dolor e incluso sacar provecho de él, pero al sufrimiento uno le sacatea más.


Uno aprendió a desear en la ausencia pero la bendita ausencia tiene la costumbre no abandonarnos.


En ocasiones uno se enamora por costumbre y también por costumbre se resigna a hacer el amor de la forma acostumbrada.


A propósito de costumbres, ¿de dónde me vino a mí esta costumbre por estar despierto y escribir a las tres de la mañana? Debería acostumbrarme a dormir a la hora que lo hace la mayoría de la gente.




Fz., en la conversación con uno mismo el lunes 31 de agosto, del 2009 a a las tres de la mañana. En casa de mis padres, en Corta.
* O de-azucena, o de-rosa, o de-jazmín, o de-gardenia, o de la flor que cada uno prefiera.



miércoles, 26 de agosto de 2009

Hola y adiós: querer y dejar de querer.


Lo contrario de querer no es el odio, es el olvido, digo yo.


"Asúmelo como es o sé Polite y mándalo a la chingada..."


Sí... pero hay que mandarlos a la chingada de una forma, dijo Oso, que te agradezcan que los mandaste a la verga.


Cuando uno decide vivir con alguien cree que las cosas irán bien (sean hombres, mujeres o mascotas), uno no se detiene a pensar en que nuestra vieja no siempre estará de humor para hacer el amor, prepararnos un café o lavar nuestra ropa interior. No siempre querrá ver el fútbol o aguantar a nuestros amigos borrachos.


Aquel que quería vivir con nosotros tal vez no es tan limpio, tal vez deja sus pelos en la ducha, no lava los trastes cuando cocina o tal vez, ni siquiera esté ahí cuando lo necesitamos, es más, quizá ni siquiera cumpla lo que prometió - por decisión propia, puesto que nadie le obligó a decir cosas y empeñar su palabra-.


Cuando uno dice que ama a alguien, que lo quiere con todo su corazon, con todo su entendimiento, con toda su alma, con todo su hipotálamo, imagina que será así para siempre. Que nunca, jamás en el resto de la vida, la llama se apagará, que habrá de estar dispuesto a dar todo de sí y que la otra persona corresponderá en forma recíproca y hasta simétrica.


Uno cree en el amor como en una lámpara de inagotable aceite, uno es iluso y juega a hacer eterna la felicidad, como si la felicidad pudiera comprarse por recargas como el saldo telefónico. Uno debe vivir como si fuera eterno dicen algunos porque el pasado, el futuro y el presente tienen que ir siempre juntos, de la mano, como enamorados porque no se puede desprender uno de otro. Uno es atemporal.


Entonces cuando pasa lo que decía al principio, cuando las cosas no funcionan bien, cuando se nos salen del huacal, cuando se nos revelan, cuando uno se da cuenta de que tal vez el deseo no está en esa persona que uno creía casi casi de otro planeta, de otra galaxia, única, irrepetible, fantástica y eterna. Cuando uno cae en cuenta de que a veces es jodido estar con él o con ella, que no es lo que esperaba no sabe qué hacer.


Ya luego entiende uno que las palabras no están atadas a un solo significante y que aún puede amar, asombrarse, jugar a volar (sólo que ya está advertido, ya lo vivió y entonces intenta disfrurtarlo más), que aún puede sentir y hacer sentir.


Yo por ejemplo, volveré al Altiplano y lo disfrutaré, iré con la mejor compañía que pude haber pedido. He vuelto a conmoverme con las cosas sencillas, he vuelto a escribir, a gozar, a sentir. Las palabras no están atadas a un solo significante y las canciones no siempre nos remiten a la misma persona, como con los libros : es uno el que cambia, el que mira la Luna desde otra ventana y con otro clima.


Pero esto no es fácil, uno tiene que sufrir a veces, vivir casi siempre. En algunos casos abandona sus sueños, deja de lado lo que aparentemente quiere por hacer lo que supone desea, se emborracha o fuma o hace el amor sin sentir, o se duerm sin sueño.


Luego, como en cualquier situación, la vida pasa factura y uno no tiene más que asumir y hacerse responsable. Hoy puedo decir: hasta ahora ha valido la pena.


Durante los pocos o los muchos años de nuestra vida, nos vamos despidiendo de cosas y de nombres.


Mario Benedetti, Uruguay.



Del adiós.

No se dice.

Acude a nuestros ojos,a nuestras manos, tiembla, se resiste.

Dices que esperas -te esperas- desde entonces,y sabes que el adiós es inútil y triste.


Jaime Sabines, México.
Fz, en Qro., con ganas de viajar y aprender. Agosto 26, 2009. Un cuanto tanto lejos de casa.

sábado, 22 de agosto de 2009

De una plática mañanera...


Hoy... como a eso de las dos de la mañana platicaba con una amiga que dice que soy buen lector (yo creo que ella es buena escritora) y me hacía reclamos por a veces desaparecer, como alguna vez me lo reclamó Alejandra y..."mover todo a todo el mundo conmigo"; nos acostumbras, decía y luego... sólo te vas. El reclamo de mi amiga era puntual y directo:
cuando mas tengo ganas de encontrarte y hablar contigo parece que tienes síndrome premenstrual


Empezamos a hablar, entre otras cosas de lo que ella quiere, de lo que está buscando. A sus 27 años aún se pregunta a veces qué quiere. Tal vez a esa edad, o a todas las edades uno debería tener claro lo que quiere. Recuerdo que hará un par de semanas, una chica se sorprendía de que a sus 30 años un amigo estuviera en la Facultad. Este amigo habla poco pero hace mucho y era notorio que se estremeció un poco -o tal vez mucho, uno nunca sabe lo que el otro siente- y titubeó con la mirada de mi amiga. Noté que suspiró como diciendo "sí... ya sé todo lo que esto implica".


El punto es que cuando yo le dije a Cosmogénesis, como desde ahora llamaré a esta chica con la que hablaba, que si ella tenía claro lo que esperaba de los demás, de lo que ella esperaba en términos generales, ella sabía exactamente lo que quería.


Cosmogénesis es una chica de ideas claras y palabras precisas y me dijo "lo que yo necesito es un hombre, pues no creo ser lesbiana". A continuación les paso parte de la conversación que tuvimos... espero les guste o al menos, les entretenga.



Franzisco dice:
entonces tu requisición es sencilla
Franzisco dice:
simple
cosmogénesis dice:
no dije que acabara ahi
Franzisco dice:
ah...
Franzisco dice:
ok
cosmogénesis dice:
un hombre
Franzisco dice:
ajam... te leo, continúa por favor
cosmogénesis dice:
abierto a enamorarse
cosmogénesis dice:
creativo
cosmogénesis dice:
caliente
cosmogénesis dice:
con tiempo para una relacion, no que todo sea trabajar, trabajar, trabajar
cosmogénesis dice:
un hombre que sepa establecer limites con un buen nivel de voz
cosmogénesis dice:
no peleando o siendo indirecto
cosmogénesis dice:
una buena verga que dure cogiendome buen rato
cosmogénesis dice:
un buen besador
cosmogénesis dice:
no celoso
cosmogénesis dice:
no machista
cosmogénesis dice:
no vale verga
cosmogénesis dice:
alguien que si le digo "me acaban de diagnosticar diabetes" sea capaz de llamarme o verme para abrazarme y mentirme diciendo que todo estara bien
cosmogénesis dice:
humanista y que le gusten los animales
cosmogénesis dice:
jajaja
cosmogénesis dice:
ah claro qe le guste la lectura

Eso es lo que quiere ella en este momento y ustedes... ¿tienen con la misma claridad lo que quieren? ¿Nunca les ha pasado que el amor llega, los toma, los hace suyos y no hallan nada de lo que querían pero son felices? En fin... me gustó que Cosmo pudiera mirarse y decirse qué es lo que ella quiere. Lo tiene claro, espero que lo consiga.

Que tengan una buena tarde.


Fz., en casa de Corta, por el 19 de febrero del 2009.

martes, 11 de agosto de 2009

De las limosnas.


En este homenaje a mis otros en Querétaro se me ocurre pensar en aquella canción de Perales que hablaba de un pastel que se burló de mí tras un cristal.






¡Qué patético es tener lo que uno quiere al alcance de la mano y no poder tocarlo!






¡Qué triste y cuánta frustración de uno al no poder disfrutarlo!






Anoche leía a una tal Alejandra hablar del Deseo, del deseo de Lacan y del Deseo nuestro y decía entre otras cosa, que es distinto al querer. Lo que uno quiere es distinto a lo que de verdad desea.






Los homenajes al prójimo hacen que uno mire fotografías que parece fueron tomadas hace ya mucho tiempo, que recuerde olores, sabores, gustos, caricias, voces, suspiros y que también -por supuesto- se pregunte por lo que vendrá.




Hay a todo esto una ecuación casi inevitablemente seria: las cosas que ocurren, tanto pasadas como futuras, no son sino consecuencia de las decisiones que uno toma. Pocas cosas pasan por azar.




Es cierto que hay cosas, situaciones, momentos que se nos salen de control, se nos escapan de la mano como el agura y ante ellas y con ellas, poco o nada podemos hacer.




Pero la verdad es que la mayoría de las consecuencias de nuestros actos y nuestros no actos nos pasan factura: uno también puede pagar por omisión.




"Uno no sabe que sí sabe el origen de sus conflictos" decía el Manuel Guzmán. Uno se hace el ingenuo -a veces por gusto, otras inconscientemente- y se pregutna porqué y para qué carajo pasan las cosas. ¿De dónde le viene a uno tanta buena o mala suerte?




Ayer abrí una galleta de la suerte -gracias a Dios que existe la globalización (de lo contrario yo no sabría de su existencia ya que son chinas; y porque las galletas son virtuales)- y mi fortuna fue que <> Sí... yo nunca he dudado del amor; tengo dudas acerca de mí y de mi deseo.




La mayoría de los cuestionamientos tienen que ver conmigo mismo: no en afán Franziscocentrista sino más bien en un afán de búsqueda constante por ser mejor, por dejar de ser uno más. A nadie le gusta ser uno más: al menos a mí no.




Fz., en Querétaro echano fresh y agua, en mi cuarto con soledad.


Agosto 11, 2009.

jueves, 6 de agosto de 2009

Contigo aprendí



... se escucha en este cybercafé (porque hace mucho que no estaba en uno que fuera de verdad cybercafé -con su máquina y todo y delIcioso olor al coffe), en Allende, poco antes de llegar a Madero, justo frente a la SAT. Yo, arregladito y toda la cosa, con corbata y camisa de vestir, con el cabello embadurnado de gel y mi libro de Benedetti en la mano (gracias Miriam por darme algo qué leer, me hacía falta).

Se supone que hoy sería un lindo día, que me pondría de chef para mí mismo y todas aquellas personas que por voluntad propia -pero voluntad de verdad, no de ésos que se la pasan cancelándole a uno- quisieran acompañarme en mi casa. Lavé mi ropa, limpié mi cuarto, lo fumigué, lo trapeé, arreglé bonito los cajones, como dice Alma y listo.

Y zas... que nadie se anima y los que se habían animado resultan entre cobardes e informales: y yo que hasta regalitos les tenía. Dulces, chocolates, café, flores, libros, lentes, muéganos, cacahuates, escritos, cigarros y hasta un buen vino si se animaban.

Ni modo, no fue así, pero lo mejor aún es que por azares del destino, estando yo en Costintuyentes con Guerrero no entendí en un primer momento lo que la vida dice. A toro pasado, quedó todo muy claro.

Hoy, en la tarde vendrá gente importante a mi lado, a estar conmigo, a disfrutar de la simultaneidad -nada forzado sino todo natural-, y ahorita me voy a un rancho a comer con mi carnal y su mujer (qué más da si ayer se quejó amargamente de la vida marital, hoy su vida es distinta).

Me encanta cuando hago las cosas por antojo, porque sí y el mundo me da su espaldarazo: Sí... sí voy. Woooooooooooow, ¿qué más quiere uno? Me amargaron el día pero al instante se compuso: como un buen café o buen whisky, al principio me amargó pero luego le encontré el placer y lo dulcecito.

Dice Benedetti a propósito de las costumbres que

La costumbre es la cualidad más simple y sencilla del ser humano y sin embargo no es igual para todos. Cada uno tiene su costumbre y vive con ella, ya sea en la gloria o en el desastre. Los generosos, y en especial los filántropos, tienen la costumbre de ayudar al prójimo. Los tiranos y los déspotas suelen tener la costumbre de toturar, invadir y asesinar.

Hay hábitos que se enfrentan con hábitos y de ese choque suele emanar sangre. En ciertas regiones, < costumbre="">> es el menstruo de las mujeres, pero a nadie se le ocurre llamar costumbre al orgasmo de los hombres.

Todos somos un poco esclavos de nuestras costumbres, porque ellas no nos sueltan, nos diseñan un carácter o adjudican un temple.

La costumbre de amar suele limar el amor, debilitarlo. Hay que amar al margen de cualquier costumbre, improvisadamente. El amor es más seguro cuando nos toma de sorpresa e incluso desorienta a la costumbre. Hay quienes cargan con la costumbre en la valija, pero ¡ay cuando la dejan olvidada en el aeropuerto o en la casa de la amante número dos!

La costumbre de los niños es burlarse de los padres y el hábido de los padres es burlarse de los abuelos. Después de todo, respirar es una buena costumbre y cuando uno la olvida queda en cero.

Casi todos los humanos tienen la triste costumbre de morir. Los que se salvan son los que resucitan (Cristo y otros muchachos), pero en los últimos tiempos no se usa ese recurso. Se llama Resurrección de la Carne a todos los muertos del Juicio Final. Loca costumbre, ¿no? Menos mal que queda a varios kilómetros después del horizonte.


Mario Benedetti, Uruguay.


Dice Pako, por eso hay quien afirma que el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra. Yo lo llamo repetición, somos seres de costumbres y algunas son salvajes, locas, idiotas, perjudiciales. La costumbre más linda que he hallado es la de escribir y compartir con el mundo esto que me pasa.

Fz., en Querétaro, esperando la tarde y lo que vendrá con ella, con olor a café y cigarro.

Agosto 5, del 2009.

martes, 4 de agosto de 2009

Del monólogo al delirio.


Monologando.






El monólogo puede ocurrir en campos varios: en el sueño, en el insomnio, en la vigilia. Casi siempre es un intento de encontrarse, de hablar consigo mismo, con los ojos abiertos o cerrados, con los labios inmóviles o mordiendo un proyecto de palabra. Transcurre a veces por un laberinto y se pierde en insólitos desvíos.




El monólogo es más caotico cuanto más sale del instante, especialmente cuando se inflitra en el pasado buscando raíces, motivos, semillas de una angustia. Trepa por el muro de la soledad y no convoca a nadie, porque si lo hiciera sería apenas un diálogo. Los cataclismos espirituales vibran, pretenden empujarnos al abismo de los fracasos. El monólogo abre entonces los grifos de la duda, oscila entre la dicha y la penuria y querría consultar el versado corazón. Pero no le está permitido.




Monologamos desde que nacemos, pero en ciertos deliberados intervalos guardamos el soliloquio en el cofre de la fantasía y lo cerramos con candado.




En el monólogo hay árboles, hay pájaros, pezones teñidos como campanas, arrimos a la intuición, hallazgos de la conciencia.




Sin ir más lejos, monologamos para saber, de entre todas las mujeres del entorno, cuál será por fin la que amaremos, y cuándo y dónde nos encontraremos con el monólogo de su cuerpo a la espera.




Mario Benedetti, Uruguay.




P.D. ¿Cuál de todos mis amores llevará las flores para mi funeral? JMS.




No hay más qué agregar.




Fz., en Querétaro, en agosto; chino y fumando.

lunes, 3 de agosto de 2009

Hacer las cosas adrede


Ayer recibí como regalo de cumpleaños el último libro que escribió Benedetti y que se publicó el año pasado, es altamente recomendable echarle una hojeada y entretenerse y reírse y enamorarse y suspirar leyéndolo. Definitivamente es uno de los escritores que más me gusta leer, me entretiene, me pone de buenas, me hace reflexionar, me apasiona.

Acá comparto sólo una parte de las muchas que me han gustado hasta la fecha:



Escépticos y optimistas.

Los escépticos y los optimistas se miran siempre de reojo.

Son desconfiados de nacimiento.

Los escépticos se burlan de los demás y de sí mismos. Se aburren de creer y no echan de menos las ausencias.

Los optimistas vencen al tedio y a la fiebre. Aprenden del ayer y no lo borran. Conocen y reconocen que vendrá algo mejor y desde ya preparan la bienvenida.

Los escépticos van y vienen sin nada. Y lo que es peor, sin nadie. Abrazan al pesimismo como único consuelo. Inventan una tristeza sin lágrimas, dura como una mueca.

Los optimistas se entienden con el río y con el cielo que lleva en su corriente. Saben que allí navega la tutela más leal, más respetable, y asumen el alma como agua.

Los escépticos son apenas mendigos, y el tiempo que transcurre les deja su limosna. No logran escapar del viejo laberinto y reciben mensajes que son indescifrables.

Los optimistas en cambio guardan a menudo algo de gloria, que no es siempre la de hoy ni la de antes. Hacen un nudo con las certidumbres y llenan su bolsillo de poesía.

Mario Benedetti, Uruguay.

viernes, 31 de julio de 2009

Si pudiera dar marcha atrás, no cambiaría nada esta vez.


¿Cómo quieres ser mi amiga si por tí me perdería, si confundo tus caricias por camelos si me miras?


Deja que sepa más de tí... cómo haces el amor, con qué tomas el café.


Contamíname...


...mía, hoy serás mía por fin.


Si la muerte pisa mi huerto...


Volví a soñar con gente muerta.


Es el deseo lo que me tiene así (es la búsqueda de mi propio deseo lo que me tiene alienado, impávido, desestructurado, postergando, repitiendo).




Hoy empieza el segundo tercio de esta lidia llamada vida, de esta vida mía, la trompeta ha venido anunciando las banderillas y el picador, ha estado invitando a poner atención.


Mucha gente ha dicho que los 25 son importantes, que el primer cuarto de siglo de su vida, que luego de esto, los 30's están menos lejanos, que uno cambia, que uno crece, que uno madura.


¿Madurar significa caerse -como las manzanas de Newton- y darse cuenta de la fuerza de la gravedad? Porque si es así yo ya me di cuenta de cuánta fuerza tiene nuestro planeta y de cuánto daño nos puede hacer también la madurez.


En un estado de stand by permanente miro la vida desde la ventana de mi casa y mirándome al espejo me encuentro con una persona igual ( la envoltura ha cambiado pues pero en esencia, en ALMA sigo siendo más o menos el mismo y la gente que me conoce puede dar cuenta de ello) y eso me ocupa porque quiero tomar las decisiones por mí mismo y no por los demás.


En el entendido de que un Otro me dijo: este eres tú... ¡vive! he venido haciendo las cosas de a poco, deteniéndome poco o nada a preguntarme si lo que él quiere es lo que yo quiero. Si ser Chimal representa esto o lo otro.


La verdad es que no extraño las pedas ni las desveladas, he aprendido a disfrutar con otras cosas, las he desplazado si tú quieres pero es lindo despertar y no tener resaca.


Sé que la gente importante en mi vida me tendrá en su memoria el día de hoy y no lo hago en un acto de soberbia sino porque me lo han demostrado, han tenido el detalle de mandarme un mensaje, un correo, o una felicitación jaifabiana.


Si los nombro, dicen, más de alguno se puede ofender por no citarlos pero es lindo encontrarse con que hay gente para la que uno representa algo, importante o no es lo de menos, representar algo es ya lindo y saber que te piensan mejor aún.


¿Dónde estás tú?, me preguntaron en este día y yo respondí: yo estoy en el recuerdo de cada una de las personas que me piensan, ahí estoy yo.


Empieza otro año y empieza trabajando, acompañado de gente buena, de amor, de dicha, de familia, de amigos, de niños, de niñas que me dicen Felicidades.


Aún tengo cabello en la cabeza (las entradas se han detenido por lo menos), fumo más, duermo menos, casi no me emborracho -al menos no en los últimos tres meses-, a veces juego al futbol, amo la vida, me siguen gustando las mujeres, los niños y los borrachos.


Sigo leyendo a Sabines o a Serrat, sigo escuchando a Jose Ramón y a Guzmán, sigo platicando con Andrea y con Arnie. Todavía tengo mis fotografías y mis canciones.


Aún me gusta escribir y sigo amando el whisky. José Alfredo y Benedetti me siguen acompañando y mis amigos siguen siendo los mismos, aún cuando no estén conmigo.


Creo en la Psicología y en el Psicoanálisis como forma de vida -no cualquiera es candidato a psicoanálisis-, me gusta mi trabajo y disfruto un buen café.


Me gusta platicar contigo y soñar que duermo abrazado a tí.


Fz., en el Núm 25, en el cuarto de mis hermanas, con mi perro acompañándome y mi música inspirándome. En Corta, el 31 de julio del 2009.


Celebrando el sí cumpleaños o algo por el estilo.


lunes, 27 de julio de 2009

No del amor sino de mí.


Hoy hay tantas cosas que quiero decir, en un par de horas me han llegado tantas y tantas ideas a la cabeza, me ha tocado la inspiración, hay muchas cosas que quiero compartir con el mundo, hay tanto que puedo decir que prefiero salir, tomar un cáfé, echarme un cigarrito, prender la radio (porque así uno se puede sorprender con canciones que no espera) y sistematizarlo, ponerlo en las hojas. Tal vez mañana vuelva y lo transcriba. Hoy, dejo esto, del gran Sabines -hace mucho que no le escuchaba- en quien he vuelto a encontrar tranquilidad.

Por cierto, no es para nadie en particular, no va para ninguna mujer (no lo tomen personal), por supuesto, tampoco para un hombre. Sólo es una puntuación, es un hablar de la vida a través de la muerte. ¿Qué sería de mí sin el amor? ¿Qué sería de mí sin Sabines? ¿Cómo sería yo sin la presencia de la muerte en mi vida?

Fz., cerca de mi casa queretana, oyéndolo, sintiéndolo, viviéndolo.


No es que muera de amorNo es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de urgencia mía de mi piel de ti,
de mi alma de ti y de mi boca
y del insoportable que yo soy sin ti.
Muero de ti y de mí, muero de ambos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.
Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro acostumbra tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo yo te sé como yo mismo.
Morimos en el sitio que le he prestado al aire
para que estés fuera de mí,
y en el lugar en que el aire se acaba
cuando te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros, separados del mundo,
dichosa, penetrada, y cierto, interminable.
Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, diariamente,
cayéndonos en múltiples estatuas,
en gestos que no vemos,
en nuestras manos que nos necesitan.
Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos dulcísimos y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos obscuros e incesantes.
Me muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte, amor, muero, morimos.
En el pozo de amor a todas horas,
Inconsolable, a gritos,
dentro de mí, quiero decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.

Jaime Sabines, Chiapas.

jueves, 16 de julio de 2009

No lo hurté... lo heredé. CHIMAL.

De mis sueños, de las mujeres de mi vida, de mi padre y de mis enfermedades.

A veces ocurre que las cosas pasan simplemente y uno no sabe porqué y quiere encontrarle explicación a todo y recurre a los más de recursos para lograrlo, intenta, mueve, va, busca... se pregunta, cuestiona, comparte... exige algo, un algo que le permita estar más tranquilo y sentirse menos loco, menos distinto, menos ajeno.


Uno va por esta vida muchas veces sobre-viviendo, uno camina por esta vida a veces yendo a la deriva, sin saber si va o viene. Uno a veces se pregunta por sí mismo y por sobre lo que uno quiere.


Cuando uno está enamorado, cuando uno tiene a alguien con quien compartir su vida, sus sueños, sus tristezas, sus anhelos se siente mejor. "Tener a alguien da cierta estabilidad emocional" le decía yo a Almita recién antier. Sí... da cierta estabilidad pero no es garantía de cordura ni de felicidad.


Es lindo tener a alguien a quien contarle, con quien compartir un café, una ensalada, una chuchería o una noche escuchando a Héctor, a Camilo, a Serrat, a Aznavour, a Sabines, a Benedetti. Es lindo tener alguien con quien escuchar el reclamo de "las mujeres que aman".


Hay momentos en que uno se queda sin asideros, en que se encuentra con cosas desconocidas, o que al menos no sabía que tenía: ser violento o pedante, por ejemplo. Uno a veces es un "higadito" como diría la Andrea y no se da cuenta... uno en el imaginario siempre será mejor que el otro.


En estos días, luego de haberme caído de un automóvil en movimiento, de haber maldecido a Newton por descubrir la gravedad y sus leyes, de haber mentado madres y colgado teléfonos, de términos e inicios de relaciones, de tomarse descansos y respiros, y fumar y no beber... han venido ciertas ideas a mi cabeza.


Resulta que con mi hipertensión arterial he debido replantearme ciertas cosas, creo que debería dejar de fumar pero... no lo puedo hacer, o tal vez no lo quiero hacer. Uno necesita creer en algo, dice el Pez, y yo creo en la Psicología, en el Psicoanálisis, en Dios, en mi familia, en mí, aún aunque a veces este mundo no lo entienda.


Dicen que hay cosas que uno no hurta, sino sólo hereda y algo así me ha pasado: ayer a las seis de la mañana estaba yo viajando a Celaya para acompañar a mi padre, de emergencia a hacerse un electrocardiograma para que le dijeran que está bien, que no es nada... que tal vez sólo fue un medicamento que le hizo mal. Lo importante acá, es que mis hermanas tienen la teoría de que mi padre es depresivo: "se deprime muy fácilmente", dice Rayo y yo me quedó pensando en las palabras de Alma "Pakito... ¿nunca has pensado en tomar antidepresivos?


Carajo... ¿y cuando la depresión no era un término de uso corriente qué hacían con gente como nosotros?


Lo más chistoso fue la capacidad que tiene mi padre para mimetizarse y que su hipocondría lo lleve a padecer lo mismo que yo: las consecuencias de un medicamento. Y más aún... hace un año más o menos, estaba yo también a esas horas, en el mismo IMSS acompañando a mi padre (¿es que hace uno las cosas cíclicas para recordarlas?)


Luego viene Andrea en sueños, sí... en sueños y me enseña y me cuida, y me habla y me adiestra, y está conmigo y me apoya, y me apapacha y yo me pregunto ¿por qué nos separaron? ¿Qué será de tí?


La presencia de las mujeres en mi vida ha sido definitiva y radical: ¿qué sería de mí sin ustedes? ¿Quién estaría conmigo en esos momentos en que sólo ustedes y yo sabemos cómo me siento? Porque hay cosas que sólo ustedes tienen capacidad de entender.


Dice Serrat y dice bien que él se pregunta por el día de su muerte. Alma comenta que soy un narciso y un arrogante, Miriam sabe que me he vuelto un poco más humilde.


Ocurre a veces que la simultaneidad de las cosas es defitiva en la vida de uno, y ocurre que las cosas pasan cuando tienen que ocurrir y yo, yo no quiero irme sin decirle a mi gente que la quiero, que son importantes en mi vida y que siento, que vivo y todavía, cuando duermo y cuando despierto... todavía sueño.


Fz. el 16 de julio (un beso a mi abuela donde quiera que esté -porque ella se llamaba Carmen- y a la Flaca porque en un día como éste la dejé de ver), en casa, en Corta, luego de beber tranquilamente y fumar apasionadamente. Ayer fue una linda tarde y una buena noche.



Si la muerte pisa mi huerto

¿quién firmará que he muerto

de muerte natural?


¿Quién lo voceará en mi pueblo?

¿quién pondrá un lazo negro

al entreabierto portal?


¿Quién será ese buen amigo

que morirá conmigo,

aunque sea un tanto así?


¿Quién mentirá un padrenuestro

y a rey muerto, rey puesto...

pensará para sí?


¿Quién cuidará de mi perro?

¿quién pagará mi entierro

y una cruz de metal?


¿Cuál de todos mis amores

ha de comprar las flores

para mi funeral?


¿Quién vaciará mis bolsillos?

¿quién liquidará mis deudas?

A saber...


¿Quién pondrá fin a mi diario

al caer la última hoja en mi calendario?


¿Quién me hablará ente sollozos?

¿quién besará mis ojos para darles la luz?


¿Quién rezará a mi memoria,

Dios lo tenga en su Gloria,

y brindará a mi salud?


¿Y quién hará pan de mi trigo?

¿quién se pondrá mi abrigo

el próximo diciembre?


¿Y quién será el nuevo dueño de mi casa

y mis sueños y mi sillón de mimbre?


¿Quién me abrirá los cajones?

¿quién leerá mis canciones con morboso placer?


¿Quién se acostará en mi cama,

se pondrá mi pijama y mantendrá a mi mujer,

y me traerá un crisantemo

el primero de noviembre?

A saber...


¿Quién pondrá fin a mi diario

al caer la última hoja en mi calendario?



Joan Manuel Serrat, España.

martes, 30 de junio de 2009

Escribí de tí...


de mi tierra, de mi gente, de mí.



Caminando por esas calles desconocidas en su intimidad pero transitadas tantas veces sin detenerse a mirar y a sentir su palpitar, me encontré a mí de nuevo admirando la lluvia, sintiendo el aire, viviendo mi pueblo, gozando la vida.


Yendo por esos senderos que tantas veces recorrí pero en los que nunca me detuve a mirar su gente me conmueve la niña de cuatro o cinco años con el cono de leche que apenas y puede cargar y los zapatos de tacón de la madre o de la hermana, que en un tono verde pastel contratan definitivamente de su jeans y su blusa roja.


Esto de caminar por "Las Insur" me hace recordar un poco lo que yo soy, de qué estoy hecho. Me gusta mirar a los padres que llevan de la mano a sus hijos, que los cuidan, que les dan amor, que les enseñan la vida a través de sus propias historias.


Ese descamisado que desde la puerta de su casa parece reina de la primavera diciendo hola y adiós a la mayoría de los que pasan por ahí, incluso a esos chicos que iban en motoneta (que por supuesto eran todas iguales, tanto en diseño como en color) escuchando sus rolas duranguenses con una grabadora en la parte trasera de los vehículos.


Las señoras recién bañadas, con sus pantalones ajustados y sus blusas entalladas como buscando que las lonjas desaparezcan usando ropa apretada, esas que se definen a ellas mismas como sexygordis.


Las chicas de hoy que llevan tacones altos y pantalones a las caderas para verse "más buenotas", que van con el niño que les tocó cuidar para poder salir con el novio.


Esa gente que no se preocupa -o al menos no lo demestra- por otra cosa que no sea el día de hoy. Esa gente que vive, que va a la tienda el domingo después de la iglesia con toda la familia, con las mejores galas, los mejores atuendos para comprar una paleta e ir a casa a mirar la tele.


Claro que les faltan unos cuantos pesos, porque tuvieron que dar la limosna y además, hubo que darle a los incapacitados, diría House, al paralítico que echa competencias con el del tumor canceroso en las piernas.


Incluso ellos tienen que usar estrategias de mercadotecnia, usan publiciad móvil: traen sus respectivos letreros contándole al mundo la desgracia que les aqueja, sus achaques, sus penas. "Necesito una operación porque tengo un tumor canceroso y mi familia me abandonó", se lee en uno y el otro, que trae silla de ruedas pero va de espaldas intenta alcanzarlo antes de que se lleve toda la <>.


No es que me burle de ellos, sino sólo digo, esto pasa; esto ocurre en nuestros pueblos. Pero situaciones así parecen no importarles a los candidatos que en pleno cierre de campañas afirman las cosas cambiarán porque los ciudadanos, responsables como nunca -según ellos mismos-, darán continuidad al gobierno o cambiarán o volverán, de acuerdo a los colores del partido, y el país, Querétaro, Celaya, Guanajuato, Cortazar saldrán adelante.


A los sacerdotes parece también importarles poco estas cosas (o al menos no lo manifiestan). Porque si no me equivoco, cuando se instituyó el sacramento del sacerdocio la premisa primera era el amor. ¿Dónde está ese amor pues cuando se la pasan regañando a "la clientela" por no votar?


En esta época del año me pasan cosas, me encuentro con cosas -tal vez inconscientemente deseadas por mí, dice Alma- que cambian mi vida. Por estas fecha he vivido buenas y malas cosas, he aprendido y ahora no ha sido la excepción.


Donde quiera que estén, las que cumplen años: felicidades; les quiero; son importantes para mí (incluso tú que teniéndome has preferido mirar lo que no tienes). Sí... no olvides que tú también eres importante y por eso has estado en mi vida, por eso has tenido permanencia.


A quienes conocí por estas fechas, gracias. Sí... a los que conocí hace tres o cuatro, o un año, o tal vez nueve.


A quienes se fueron por estos días: su función en mi vida había terminado.


A todos les agradezco el aprendizaje, el tiempo, el amor, el cariño, el espacio, el recuerdo, te tenga al lado de mi casa, a un sms de distancia, en el msn o no te haya vuelto a ver.


Existen días en que uno no sabe qué es lo que quiere, se siente incómodo. En otros, a pesar de esto, está tranquilo con uno mismo.


Cortazar (otra vez), lluvioso y nublado como otros años, en casa, a eso de las 14:41.


Fz.



Tú, que renunciaste a todo por seguirme a mí,

tú que me diste sueños y me diste paz,

y que estuviste siempre cuando te llamé.


Yo, no sé si te busqué por soledad o por qué,

tal vez me equivoqué no quise hacerte mal,

yo, simplemente, te necesité...


No, no pienses nunca que yo te mentí,

yo cuando dije amarte lo sentí,

equivocado o no, sé que te amé...


Hoy, en el vacío que mi vida es,

como quisiera volver a empezar,

volverme a enamorar, a enamorar, a enamorar...


Yo, no sé si te busqué por soledad o por qué,

tal vez me equivoqué no quise hacerte mal,

yo, simplemente, te necesité...


Y ahora que estoy solo, en el silencio de este cuarto vacío

recuerdo todas nuestras cosas: nuestro primer encuentro,

nuestro primer día, nuestro primer beso, nuestras primeras caricias,

tu vergüenza y la mía y tu risa, y tu risa...


No, no pienses nunca que yo te mentí,

yo cuando dije amarte lo sentí,

equivocado o no, sé que te amé...


Hoy, en el vacío que mi vida es,

como quisiera volver a empezar,

volverme a enamorar, a enamorar...


Cómo quisiera volver a empezar,

pero yo nunca supe más de tí.




Sergio Denis, Argentina.

martes, 2 de junio de 2009

Everybody gotta learn sometimes.


En unas cuantas horas debo ir al médico nuevamente, ahora a ponerme mi Toxoide Tetánico, mi vacuna para que no me dé tétanos... ¿dónde, pregunto yo, hay vacunas contra el pendejismo, para prevenir la idiotez?


Es cierto que las cosas no andaban bien, que había situaciones que me hacían ruido, que estaba tomando decisiones y dejando de hacer cosas. Es cierto que este domingo la había pasado bien, pero mis emociones se potenciaron con el alcohol pero para qué y porqué le dí ese par de chingadazos.


No... yo no quiero hacer pendejadas borracho como ya las he hecho otras veces. Además, por si fuera poco, ahora por prescripción médica debo bajarle al cigarro, al alcohol, tengo que hacer ejercicio, comer cosas menos saladas, pocas grasas, tomar más agua.


Ha habido cosas muy reveladoras en estos días y me acuerdo de Guzmán cuando, haciendo referencia a Freud decía que "por qué los seres humanos necesitamos sentirnos mierda para saber y reconocer de verdad quiénes somos".


El Doctor me dijo: si no te interesa la vida... ¿cómo te va a preocupar un dolor de cabeza?


Yo me pregunto de verdad si no me interesa la vida y si me interesa así... ¿qué chingados busco? ¿Qué pretendo? ¿Qué es lo que de verdad soy?


La televisión no me distrae, la internet es cotidiana, no tengo qué hacer. Estoy otra vez en casa de mis padres, sin trabajo, sin escuela, sin dar el siguiente paso. No, mi solución no es Miriam ni Becka, ni Nelly, ni Pako, ni mis amigos, ni mi banda, ni Beto, ni nadie. No... Alma tampoco lo es, pero es hoy en día lo que más se acerca a esto que siento.


Alma me entiende, me comprende y hasta eso que no me solapa del todo. Me pone mis estate quietos y me da su amor, su cariño, sus cuidados.


Lo que hicimos el domingo Miriam y yo fue claro: en lugar de yo ir a verla a donde había chocado me fui con Alma. Miriam en lugar de pedirme que la ayudara (puesto que yo vivo en Querétaro) me marcó para decirme que era un idiota y que por mi culpa había chocado. ¿Fui yo quien iba conduciendo? ¿Yo la puse peda? ¿Me le cerré? ¿Le hice algo al carro? No... yo no fui quien la hizo chocar.


Chocó porque siempre lo ha querido hacer, porque tiene esa fantasía, porque le gustaría hacerlo.


Así como yo llegué ensangrentado y llorando a casa, por eso grité.


¡Qué patético de mi parte! Pero sólo fue una respuesta a aquella noche en que cuidé de la pedez de Alma, en que me hizo tantos reclamos y yo no supe qué hacer. Ahora fui yo, llorando, lleno de sangre, pedo diciéndole: wey... estoy todo madreado, ayúdame.


Alma dejó a su prospecto por mí y se pregunta... ¿por qué no me quedé en Quintana Roo? ¿A qué chingados fui a casa?


Luego llegaron mi padre con Rayo y me sentí todavía peor. Y hasta la fecha no les he dicho qué pasó de verdad. Pero estoy muy sacado de onda: he soportado demasiado y acabé corriendo a Adriana, a Arte y a la misma Becka. Fui hasta la madre a ver a Nelly, me puse hasta el queque cuando Becka me dijo que tenía a alguien más.


Miriam y yo empezamos nuestra relación andando pedos y seguramente la tendríamos que terminar pedos. ¿Por qué soy tan rencoroso? ¿Por qué no perdono? ¿Por qué no logro desasirme de la mierda que traigo? ¿Por qué me pongo agresivo cuando bebo?


No, definitivamente no es esto la esencia mía y si es así... qué triste.


Sí... estoy triste y hasta he pensado en la posibilidad de tomar antidepresivos (tal vez tenga un problema fisiológico y no lo he querido reconocer) porque puede que sea químico todo esto. Chale... ahora soy hipertenso y tal vez tengo pedos con la química de mi cabecita.


¡Carajo!


¿Y si me muriera ahora... cuál es el pedo dice mi Alma?


Entre otras cosas, me he dado cuenta de que la gente importante para mí es feliz. Me dió gusto ver la felicidad de ellos reflejada en el Hi5 o el facebook.


Quiero medirle a mi intesidad, quiero sacar mi dramatismo, quiero estilizarlos, perfeccionarlos.


Ya es hora.


¿Qué es lo que tengo que simbolizar para dar el paso siguiente? Ayúdame Freud, ayúdame Manuel, Mayra, Julia, Dios, San Franz, Alma, Becka, Miriam, Nélida, Pako, Beto, Isa... si están... vengan... los necesito. Familia... ayúdenme porque ya no sé quién soy.


Todo lo que yo creí que era se está derrumbando.


¿Quién es este yo que habla?


No tengo certezas.

martes, 28 de abril de 2009

Acerca de la influenza porcina.


Del mal del puerco.


08:53 PM



Hoy día, precisamente hoy pareciera que para amar hay que tener valor, pareciera que para dar un abrazo o un saludo, o un beso hubiera que estar protegido de todas estas bacterias "mutantes"; esta porquería que nos invade y que el gobierno es el único que tiene la cura para ello pero nos recomienda cero contacto físico y de paso, no fumar.


Aunque no soy tan escéptico como el buen Marck Vader o la suspicaz de Rebeca sí me saca de onda esto.


Llega uno temprano a la central de Querétaro y se encuentra con esas imágenes que uno miró en las monografías de Sunrise -¿te acuerdas?-, las láminas que comprábamos cuando estábamos en la primaria, ésas, las que estaban dedicadas a la contaminación y nos traían la imagen de hombres con respiradores y cubre bocas por aquello de la contaminación.


No sé si tenga o no que ver con una cuestión política, si los del TLC o el grupo de los ocho, o la OTAN o la ONU se traigan algo entre manos y busquen desviar la atención como con aquel bendito chupacabras.


Se dice, hablan en los noticiarios de cientos de muertes, de escuelas cerradas, de cafeterías que sólo venden café para llevar. El buen Richy se burla de ello y dice: lo bueno es que no me puedo contagiar por facebook, pero esto es peor que los virus que joden nuestras computadoras. Yo me pregunto si acaso pueda contagiarme por Messenger (porque si es así no voy a dejar de hablar con Rebeca que es mi único contacto actual con el DF), ni tampoco voy a dejar de amar a las personas que quiero ni mucho menos voy a dejar de darles besos o saludarlos de mano.


No, me rehuso a este autismo que el gobierno nos propone. Me rehuso a no estar con la gente que quiero, tampoco voy a dejar de fumar.


Cuando subí al camión que me llevaría a casa escuchaba en la radio una ironía bastante triste: el auditorio de un conocido noticiero preguntaba cómo saber si de verdad tenía la influenza porcina si no podía reconocer bien los síntomas. Le preocupaba, le inquietaba a esta persona pero más le preocupaba confundir los síntomas, llegar al hospital y entonces sí enfermarse. Resulta que la enfermedad tal vez esté en los hospitales y no en la calle.


Luego me fui a mi entrevista de trabajo y ahi me encontré con Ivone, una chica desconocida para mí pero que a diferencia de la mayoría no tuvo miedo en preguntarme quién era y qué hacía ahí. Estar los dos ahí solos, sin cubre bocas (al menos no puestos, cada uno lo traía guardado en alguna parte de su ropa), sin miedo a la muerte o al menos a la enfermedad y con ganas de fumar me hizo sentirme menos loco, menos solo.


Tiene las ideas claras y eso es plausible en cualquier persona. Supe sólo su nombre cuando se fue luego de hablar como si nos conociéramos de hace mucho tiempo. Ella no tuvo miedo, ella creyó en las demás personas y tuvo paciencia -esperó un topógrafo que nunca llegó- por más de dos horas.


Ahora no habrá clases, ahora todo se paraliza y yo me pregunto... ¿cómo resolver una crisis económica cuando hay una cepa desconocida y con una cura que sólo tiene el gobierno que camina con nosotros de la mano, o de la boca, porque dicen que se transmite con la baba?


¿Qué hará la posmodernidad y el neoliberalismo con todo esto que trae vuelta loca a la gente? ¿Por qué tanta alarma?


¿Será de verdad tan mala esta situación? ¿Me estoy haciendo el fuerte? ¿Me vale madres la vida? ¿No me valoro? O ¿simple y sencillamente me gana mi parte cuestionadora y suspicaz?


¿A dónde iremos a parar?


¿Qué va a ser de nosotros?


¿Es esto un apocalipsis?


Algún Moisés contemporáneo habrá enviado una plaga contra la humilde e inofensiva Norteamérica (USA, Canadá y México)?


Entre que si son peras o manzanas, gente que ha estado en mi vida, personas que quiero (aunque ustedes no me quieran o no sepan de mí): gracias por dejarme ser parte de ustedes, por darme algo suyo.


Si me muero, no habrá sido mi vida en vano porque ustedes vinieron a reivindicar mi ser, mi estar y mi caminar. Y si se mueren conmigo, pues nos vemos en la otra vida. ¡Salud esqueletos!

Jajajajajajajaja.


"...y por eso inventó la muerte, para que la vida, sea para siempre." Jaime Sabines.



Fz., en Querétaro, el 27 de abril del 2009 cerca de casa.

sábado, 7 de febrero de 2009

Sólo escribiendo puedo tranquilizarme.


Los días y las noches son distintos contigo, maravillosos, pero estamos pasando del enamoramiento al amor y la transición es un poco o un mucho complicada. Ya no somos todo perfección ni todo enamoramiento: ya nos dimos cuenta que el otro falla, que el otro no es perfecto, que ni es tan bonito ni tan lindo como pensábamos, que tal vez ni siquiera es una buena persona. Que quizá no es el amor de nuestra vida, pero que podemos creer que así sería (te digo esto desde el psicoanálisis, donde el amor no existe, donde el amor es poner lo que no se tiene en la persona equivocada). En mi postura de pseudo psicólogo, entiendo perfectamente que las estrellas han dejado de brillar en el firmamento y se han convertido en flores del jardín que tenemos que cuidar.

Hemos pasado de una etapa contemplativa y desiderativa a una etapa de trabajo, de laborar, de hacernos responsables de la parte que nos toca pero ya no como individuos sino como dúo, como pareja, como relación, como dos, como personas que están en procesos simultáneos. Ya dejamos de ser hace mucho, Sandra Rebeca y Francisco, ahora somos Becka y Franz, con tooooooooooodo lo que eso representa.

El amor está a flor de piel, tenemos que cuidarlo, trabajar con él. Traemos mucha mierda tras de nosotros, sobre nosotros y en nosotros, pero juntos podemos limpiarla. Tenemos muchos caramelos, dulces, cerezas, frutas y verduras tiernas y podemos hacer con ellas el mejor de los banquetes. Ya sé que no te vas a soltar, yo tampoco me voy a soltar. Pero ahora aprendamos a sujetarnos. Vamos dúo, caminemos juntos esta vera, estamos acompañados, sujetémonos.

Miedo lo tiene cualquiera, pero vamos, lo malo del miedo no es el miedo en sí, sino no querer vencerlo.

Te amo.


Fz. en algún momento del 2006.