
Ayer recibí como regalo de cumpleaños el último libro que escribió Benedetti y que se publicó el año pasado, es altamente recomendable echarle una hojeada y entretenerse y reírse y enamorarse y suspirar leyéndolo. Definitivamente es uno de los escritores que más me gusta leer, me entretiene, me pone de buenas, me hace reflexionar, me apasiona.
Acá comparto sólo una parte de las muchas que me han gustado hasta la fecha:
Escépticos y optimistas.
Los escépticos y los optimistas se miran siempre de reojo.
Son desconfiados de nacimiento.
Los escépticos se burlan de los demás y de sí mismos. Se aburren de creer y no echan de menos las ausencias.
Los optimistas vencen al tedio y a la fiebre. Aprenden del ayer y no lo borran. Conocen y reconocen que vendrá algo mejor y desde ya preparan la bienvenida.
Los escépticos van y vienen sin nada. Y lo que es peor, sin nadie. Abrazan al pesimismo como único consuelo. Inventan una tristeza sin lágrimas, dura como una mueca.
Los optimistas se entienden con el río y con el cielo que lleva en su corriente. Saben que allí navega la tutela más leal, más respetable, y asumen el alma como agua.
Los escépticos son apenas mendigos, y el tiempo que transcurre les deja su limosna. No logran escapar del viejo laberinto y reciben mensajes que son indescifrables.
Los optimistas en cambio guardan a menudo algo de gloria, que no es siempre la de hoy ni la de antes. Hacen un nudo con las certidumbres y llenan su bolsillo de poesía.
Mario Benedetti, Uruguay.
Acá comparto sólo una parte de las muchas que me han gustado hasta la fecha:
Escépticos y optimistas.
Los escépticos y los optimistas se miran siempre de reojo.
Son desconfiados de nacimiento.
Los escépticos se burlan de los demás y de sí mismos. Se aburren de creer y no echan de menos las ausencias.
Los optimistas vencen al tedio y a la fiebre. Aprenden del ayer y no lo borran. Conocen y reconocen que vendrá algo mejor y desde ya preparan la bienvenida.
Los escépticos van y vienen sin nada. Y lo que es peor, sin nadie. Abrazan al pesimismo como único consuelo. Inventan una tristeza sin lágrimas, dura como una mueca.
Los optimistas se entienden con el río y con el cielo que lleva en su corriente. Saben que allí navega la tutela más leal, más respetable, y asumen el alma como agua.
Los escépticos son apenas mendigos, y el tiempo que transcurre les deja su limosna. No logran escapar del viejo laberinto y reciben mensajes que son indescifrables.
Los optimistas en cambio guardan a menudo algo de gloria, que no es siempre la de hoy ni la de antes. Hacen un nudo con las certidumbres y llenan su bolsillo de poesía.
Mario Benedetti, Uruguay.
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