martes, 30 de junio de 2009

Escribí de tí...


de mi tierra, de mi gente, de mí.



Caminando por esas calles desconocidas en su intimidad pero transitadas tantas veces sin detenerse a mirar y a sentir su palpitar, me encontré a mí de nuevo admirando la lluvia, sintiendo el aire, viviendo mi pueblo, gozando la vida.


Yendo por esos senderos que tantas veces recorrí pero en los que nunca me detuve a mirar su gente me conmueve la niña de cuatro o cinco años con el cono de leche que apenas y puede cargar y los zapatos de tacón de la madre o de la hermana, que en un tono verde pastel contratan definitivamente de su jeans y su blusa roja.


Esto de caminar por "Las Insur" me hace recordar un poco lo que yo soy, de qué estoy hecho. Me gusta mirar a los padres que llevan de la mano a sus hijos, que los cuidan, que les dan amor, que les enseñan la vida a través de sus propias historias.


Ese descamisado que desde la puerta de su casa parece reina de la primavera diciendo hola y adiós a la mayoría de los que pasan por ahí, incluso a esos chicos que iban en motoneta (que por supuesto eran todas iguales, tanto en diseño como en color) escuchando sus rolas duranguenses con una grabadora en la parte trasera de los vehículos.


Las señoras recién bañadas, con sus pantalones ajustados y sus blusas entalladas como buscando que las lonjas desaparezcan usando ropa apretada, esas que se definen a ellas mismas como sexygordis.


Las chicas de hoy que llevan tacones altos y pantalones a las caderas para verse "más buenotas", que van con el niño que les tocó cuidar para poder salir con el novio.


Esa gente que no se preocupa -o al menos no lo demestra- por otra cosa que no sea el día de hoy. Esa gente que vive, que va a la tienda el domingo después de la iglesia con toda la familia, con las mejores galas, los mejores atuendos para comprar una paleta e ir a casa a mirar la tele.


Claro que les faltan unos cuantos pesos, porque tuvieron que dar la limosna y además, hubo que darle a los incapacitados, diría House, al paralítico que echa competencias con el del tumor canceroso en las piernas.


Incluso ellos tienen que usar estrategias de mercadotecnia, usan publiciad móvil: traen sus respectivos letreros contándole al mundo la desgracia que les aqueja, sus achaques, sus penas. "Necesito una operación porque tengo un tumor canceroso y mi familia me abandonó", se lee en uno y el otro, que trae silla de ruedas pero va de espaldas intenta alcanzarlo antes de que se lleve toda la <>.


No es que me burle de ellos, sino sólo digo, esto pasa; esto ocurre en nuestros pueblos. Pero situaciones así parecen no importarles a los candidatos que en pleno cierre de campañas afirman las cosas cambiarán porque los ciudadanos, responsables como nunca -según ellos mismos-, darán continuidad al gobierno o cambiarán o volverán, de acuerdo a los colores del partido, y el país, Querétaro, Celaya, Guanajuato, Cortazar saldrán adelante.


A los sacerdotes parece también importarles poco estas cosas (o al menos no lo manifiestan). Porque si no me equivoco, cuando se instituyó el sacramento del sacerdocio la premisa primera era el amor. ¿Dónde está ese amor pues cuando se la pasan regañando a "la clientela" por no votar?


En esta época del año me pasan cosas, me encuentro con cosas -tal vez inconscientemente deseadas por mí, dice Alma- que cambian mi vida. Por estas fecha he vivido buenas y malas cosas, he aprendido y ahora no ha sido la excepción.


Donde quiera que estén, las que cumplen años: felicidades; les quiero; son importantes para mí (incluso tú que teniéndome has preferido mirar lo que no tienes). Sí... no olvides que tú también eres importante y por eso has estado en mi vida, por eso has tenido permanencia.


A quienes conocí por estas fechas, gracias. Sí... a los que conocí hace tres o cuatro, o un año, o tal vez nueve.


A quienes se fueron por estos días: su función en mi vida había terminado.


A todos les agradezco el aprendizaje, el tiempo, el amor, el cariño, el espacio, el recuerdo, te tenga al lado de mi casa, a un sms de distancia, en el msn o no te haya vuelto a ver.


Existen días en que uno no sabe qué es lo que quiere, se siente incómodo. En otros, a pesar de esto, está tranquilo con uno mismo.


Cortazar (otra vez), lluvioso y nublado como otros años, en casa, a eso de las 14:41.


Fz.



Tú, que renunciaste a todo por seguirme a mí,

tú que me diste sueños y me diste paz,

y que estuviste siempre cuando te llamé.


Yo, no sé si te busqué por soledad o por qué,

tal vez me equivoqué no quise hacerte mal,

yo, simplemente, te necesité...


No, no pienses nunca que yo te mentí,

yo cuando dije amarte lo sentí,

equivocado o no, sé que te amé...


Hoy, en el vacío que mi vida es,

como quisiera volver a empezar,

volverme a enamorar, a enamorar, a enamorar...


Yo, no sé si te busqué por soledad o por qué,

tal vez me equivoqué no quise hacerte mal,

yo, simplemente, te necesité...


Y ahora que estoy solo, en el silencio de este cuarto vacío

recuerdo todas nuestras cosas: nuestro primer encuentro,

nuestro primer día, nuestro primer beso, nuestras primeras caricias,

tu vergüenza y la mía y tu risa, y tu risa...


No, no pienses nunca que yo te mentí,

yo cuando dije amarte lo sentí,

equivocado o no, sé que te amé...


Hoy, en el vacío que mi vida es,

como quisiera volver a empezar,

volverme a enamorar, a enamorar...


Cómo quisiera volver a empezar,

pero yo nunca supe más de tí.




Sergio Denis, Argentina.

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