jueves, 16 de julio de 2009

No lo hurté... lo heredé. CHIMAL.

De mis sueños, de las mujeres de mi vida, de mi padre y de mis enfermedades.

A veces ocurre que las cosas pasan simplemente y uno no sabe porqué y quiere encontrarle explicación a todo y recurre a los más de recursos para lograrlo, intenta, mueve, va, busca... se pregunta, cuestiona, comparte... exige algo, un algo que le permita estar más tranquilo y sentirse menos loco, menos distinto, menos ajeno.


Uno va por esta vida muchas veces sobre-viviendo, uno camina por esta vida a veces yendo a la deriva, sin saber si va o viene. Uno a veces se pregunta por sí mismo y por sobre lo que uno quiere.


Cuando uno está enamorado, cuando uno tiene a alguien con quien compartir su vida, sus sueños, sus tristezas, sus anhelos se siente mejor. "Tener a alguien da cierta estabilidad emocional" le decía yo a Almita recién antier. Sí... da cierta estabilidad pero no es garantía de cordura ni de felicidad.


Es lindo tener a alguien a quien contarle, con quien compartir un café, una ensalada, una chuchería o una noche escuchando a Héctor, a Camilo, a Serrat, a Aznavour, a Sabines, a Benedetti. Es lindo tener alguien con quien escuchar el reclamo de "las mujeres que aman".


Hay momentos en que uno se queda sin asideros, en que se encuentra con cosas desconocidas, o que al menos no sabía que tenía: ser violento o pedante, por ejemplo. Uno a veces es un "higadito" como diría la Andrea y no se da cuenta... uno en el imaginario siempre será mejor que el otro.


En estos días, luego de haberme caído de un automóvil en movimiento, de haber maldecido a Newton por descubrir la gravedad y sus leyes, de haber mentado madres y colgado teléfonos, de términos e inicios de relaciones, de tomarse descansos y respiros, y fumar y no beber... han venido ciertas ideas a mi cabeza.


Resulta que con mi hipertensión arterial he debido replantearme ciertas cosas, creo que debería dejar de fumar pero... no lo puedo hacer, o tal vez no lo quiero hacer. Uno necesita creer en algo, dice el Pez, y yo creo en la Psicología, en el Psicoanálisis, en Dios, en mi familia, en mí, aún aunque a veces este mundo no lo entienda.


Dicen que hay cosas que uno no hurta, sino sólo hereda y algo así me ha pasado: ayer a las seis de la mañana estaba yo viajando a Celaya para acompañar a mi padre, de emergencia a hacerse un electrocardiograma para que le dijeran que está bien, que no es nada... que tal vez sólo fue un medicamento que le hizo mal. Lo importante acá, es que mis hermanas tienen la teoría de que mi padre es depresivo: "se deprime muy fácilmente", dice Rayo y yo me quedó pensando en las palabras de Alma "Pakito... ¿nunca has pensado en tomar antidepresivos?


Carajo... ¿y cuando la depresión no era un término de uso corriente qué hacían con gente como nosotros?


Lo más chistoso fue la capacidad que tiene mi padre para mimetizarse y que su hipocondría lo lleve a padecer lo mismo que yo: las consecuencias de un medicamento. Y más aún... hace un año más o menos, estaba yo también a esas horas, en el mismo IMSS acompañando a mi padre (¿es que hace uno las cosas cíclicas para recordarlas?)


Luego viene Andrea en sueños, sí... en sueños y me enseña y me cuida, y me habla y me adiestra, y está conmigo y me apoya, y me apapacha y yo me pregunto ¿por qué nos separaron? ¿Qué será de tí?


La presencia de las mujeres en mi vida ha sido definitiva y radical: ¿qué sería de mí sin ustedes? ¿Quién estaría conmigo en esos momentos en que sólo ustedes y yo sabemos cómo me siento? Porque hay cosas que sólo ustedes tienen capacidad de entender.


Dice Serrat y dice bien que él se pregunta por el día de su muerte. Alma comenta que soy un narciso y un arrogante, Miriam sabe que me he vuelto un poco más humilde.


Ocurre a veces que la simultaneidad de las cosas es defitiva en la vida de uno, y ocurre que las cosas pasan cuando tienen que ocurrir y yo, yo no quiero irme sin decirle a mi gente que la quiero, que son importantes en mi vida y que siento, que vivo y todavía, cuando duermo y cuando despierto... todavía sueño.


Fz. el 16 de julio (un beso a mi abuela donde quiera que esté -porque ella se llamaba Carmen- y a la Flaca porque en un día como éste la dejé de ver), en casa, en Corta, luego de beber tranquilamente y fumar apasionadamente. Ayer fue una linda tarde y una buena noche.



Si la muerte pisa mi huerto

¿quién firmará que he muerto

de muerte natural?


¿Quién lo voceará en mi pueblo?

¿quién pondrá un lazo negro

al entreabierto portal?


¿Quién será ese buen amigo

que morirá conmigo,

aunque sea un tanto así?


¿Quién mentirá un padrenuestro

y a rey muerto, rey puesto...

pensará para sí?


¿Quién cuidará de mi perro?

¿quién pagará mi entierro

y una cruz de metal?


¿Cuál de todos mis amores

ha de comprar las flores

para mi funeral?


¿Quién vaciará mis bolsillos?

¿quién liquidará mis deudas?

A saber...


¿Quién pondrá fin a mi diario

al caer la última hoja en mi calendario?


¿Quién me hablará ente sollozos?

¿quién besará mis ojos para darles la luz?


¿Quién rezará a mi memoria,

Dios lo tenga en su Gloria,

y brindará a mi salud?


¿Y quién hará pan de mi trigo?

¿quién se pondrá mi abrigo

el próximo diciembre?


¿Y quién será el nuevo dueño de mi casa

y mis sueños y mi sillón de mimbre?


¿Quién me abrirá los cajones?

¿quién leerá mis canciones con morboso placer?


¿Quién se acostará en mi cama,

se pondrá mi pijama y mantendrá a mi mujer,

y me traerá un crisantemo

el primero de noviembre?

A saber...


¿Quién pondrá fin a mi diario

al caer la última hoja en mi calendario?



Joan Manuel Serrat, España.

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