lunes, 12 de abril de 2010

Nombres...hombres (y sobre todo mujeres)


Cuando uno tiene tiempo libre a veces se pone a intentar organizar sus ideas, y generalmente ocurre todo lo contrario. Hace mucho que tengo la necesidad, la ansiedad, el deseo de escribir y por una u otra cosa no lo he podido hacer. Hoy... sin embargo, quiero hacerlo aunque mis ideas -como mi vida- están algo enredadas. El trabajo me ha servido para distraerme de mis preocupaciones personales, me ha ayudado a dejar a un lado el hastío que de pronto he sentido.


Estar advertido de las cosas no me exime de hacer pendejadas, dirían por ahí; el desconocimiento de la ley no nos exime de sus consecuencias tampoco.


¡Qué días tan intensos, tan locos, tan amargos! Hace algunos días el Diablo dijoa todo el mundo que yo era su amigo, su compa. Me sentí orgulloso de tener como amigo al Diablo, aunque la gente le tenga miedo; a mí me gusta y me gusta que se sepa las canciones que me gustan. Ayer... ese desconocido, una especie de demonio también, se conectó con nosotros y nos hizo temblar.


¡Cuánta nostalgia por aquel pasado que no nos genera dudas! ¡Cuánta nostalgia por aquel momento que por jodido que fue, ya pasó!



Sí... uno hace las cosas para recordarlas como dice Clau. Sí... uno encuentra algo de placer en esa repetición de cosas que aparentemente nos generan conflictos, como dice Jaime. Sí... uno tiene serias complicaciones con los avatares que la vida amorosa nos presenta, como dice Andrés. Sí... somos los mismos envueltos en novedad como dice Andrea. Sí... nos gustan esas sensaciones primarias como dice Rosario. Sí... uno no puede resignarse como dice Fabián.


Sí... sí a todo; todo que sí. Sí... estoy de acuerdo, totalmente de acuerdo con todas estas y más personas que quieran hablar y escribir acerca de la vida nuestra. La dificultad está en las emociones, en las sensaciones a flor de piel. En ese, vacío que se siente en el estómago a las dos de la mañana; en esa tos que llega siempre a las cuatro de la mañana; en el insomnio diario favorecido por los gritos de las niñas. El problema está en esos arranques de locura que uno tiene donde quiere mandar todo al carajo como dice Pako.


En esos momentos, de nada sirven un cigarro o un trago, tampoco el das ding o el vorstelung representanzen. En esos momentos de nada sirven los recursos liingüísticos y teóricos. En ese instante lo único que necesito es ese abrazo y ese beso tuyo por los que vivo, por los que suspiro. Lo único que necesito es a mi familia estando junto a mí secándome las lágrimas y curándome las heridas, como aquel domingo en la noche.


Esta noche quiero que Alonso me de una receta que incluya: por principio de cuenta la fé que en algún momento perdí, la voz dulce y tranquilizadora de Alejandra, la risa de Beto y la sinceridad de Pako; quiero los consejos de Manuel y el tiempo de mi Comadre. Necesito los brazos abiertos de La Inquilina y la compañía de María. Quiero que esté conmigo mi padre para, con la voz clara y calmada me diga que es normal, que él también se sintió así. Que la receta incluya la mirada de mis hermanas y mi madre confiándome que está todo bien. Que vengan Jaime, Alfredo, Juan y Mario a enseñarme con sus palabras cómo es que funciona esto. Necesito también que todos y cada uno de los de la banda hagan mil cosas junto a mí. Quiero que Elizabeth me cure las heridas. Quiero que Diana y Lorena confíen en que sanaré. Que Rosario y Dolores me enseñen con su templanza a darle tiempo al tiempo.


En el trabajo me va bien, en la escuela me siento magnífico, las cosas van bien con la familia. Es sólo esta necesidad tuya la que me tiene así. Sí... también quiero que mi receta incluya un beso y un te quiero suyos. Sinceros, como sólo ella los sabe dar.


Si la vida es tan simple (como algunos afirman), ¿de dónde le viene a uno esa manía por complicársela? ¿Se preguntará todo el mundo por este tipo de cosas?


Hoy he visto otra vez el lado oscuro de mi corazón y me he convencido de que no quiero estar solo; uno envejece antes. Uno debe pelear por lo que quiere y a veces, no sólo pensar en uno mismo, sino también en qué está esperando la otra de nosotros.


Creo que pasar por ese parque de la primera vez donde ella y yo estuvimos es lo que me tiene así. Creo que escuchar y leer esas cosas que había olvidado me inquietan y no las sé manejar. Duelen, pero cada vez menos.


Hoy, regreso después de dos intentos fallidos a cumplir un ciclo. Hoy es un día importante y voy a dejar que me vaya bien: alguien me espera en Querétaro, alguien me piensa, alguien me quiere -como dijo Julia- y debo estar agradecido por eso: ¡Cuánta gente hay que no tuvo alguien que lo quisiera! ¡Eres un chico afortunado!, me dijo, sólo que a veces se te olvida.


Seguramente Dios lo sabe... y a lo mejor está triste sin que nadie lo sepa.


Pero amor mío...¡qué me has hecho!


Fz., con un sabor amargo a las casi tres de la mañana.